martes, 26 de noviembre de 2013

PRESENTACIÓN



Estimados amigos:

Inauguramos la página que será el órgano de expresión del carlismo en el Perú.

¿Y qué es el carlismo?

Podríamos recomendar muchas obras (1), pero antes que nada y grosso modo, podemos decir lo siguiente:

El carlismo es un movimiento político que preconiza la continuación lógico-histórica de las Españas, en continua revitalización de su herencia y esencia, bajo el lema de Dios, Patria y Rey. Al haber cristalizado en la España de 1833 bajo la bandera de Don Carlos (legítimo sucesor de Fernando VII) como epicentro de lucha contra la tiranía liberal, muy pronto fue conocido como “carlismo”, abanderando el enardecido testimonio de la lucha por la tradición, frente a los numerosos conflictos y divisiones entre hermanos, provocados por una Revolución de oligarquías que actuaron bajo la supervisión del imperialismo británico, cuyos terribles efectos todavía padecemos de España a Hispanoamérica.

Ahora bien, en base a algunas preguntas más o menos maliciosas que nos suelen formular, ofrecemos de antemano nuestras respuestas:


¿El carlismo pretende volver al pasado?

No. En todo caso, tomando la expresión del tradicionalista brasileño Arlindo Veiga Dos Santos, representamos el pasado en marcha y la novedad de la tradición. No somos nostálgicos ni melancólicos. No somos una caricatura. Lo que no queremos es el rupturismo, el hacer tabla rasa del pasado para encima recrear una atroz y embustera Leyenda Negra, tal y como en España en particular y en el mundo hispano en general han hecho liberales e izquierdistas.

A los que nos hablan de volver al pasado, podríamos recordarles que el liberalismo nació en el siglo XVIII y el marxismo en el siglo XIX… Asimismo, muchos que tanto hablan de “democracia”, podrían dedicarse a investigar de qué época era Pericles…


¿El carlismo impondría un virrey que cobrara tributos desde Madrid? ¿O una monarquía absoluta?

No, de ninguna manera. Reiteramos: No queremos volver al pasado. Desde el testamento político del rey Carlos VII (2) a los Dogmas Nacionales trazados por nuestro insigne pensador Juan Vázquez de Mella el carlismo afianzó su línea programática de integridad, honor y grandeza en recuperar Gibraltar, la confederación con Portugal e Hispanoamérica y el norte de África como Hispania Transfretana que es desde romanos tiempos, a pesar del expansionismo marroquí y la intromisión de ciertas potencias europeas.

Creemos que la Cumbre Iberoamericana, lejos de ser una simple reunión de negocios, podría convertirse en un órgano efectivo y superior a, por ejemplo, la Commonwealth, encabezando una geopolítica ilusionante.

Por otra parte, el carlismo nunca fue absolutista ni nunca lo será. El absolutismo es un producto de las filosofías extrañas surgidas en el siglo XVI en el ámbito protestante, y que por desgracia, acabó contagiando en Europa desde Lisboa a San Petersburgo durante la llamada Ilustración. El carlismo, en cambio, propugna que la monarquía ha de ser legítima tanto de origen como de ejercicio, tal y como la Princesa de Beira condensó en su contundente "Carta a los Españoles" (3).

Una monarquía católica, la unidad espiritual hispánica desde tiempos de los visigodos,  la que alumbró su reunificación luchando contra el islam; el sol de su cultura y de sus mayores empresas históricas.

Una monarquía representativa, donde la participación política esté garantizada por medios abiertos y directos, sin un sistema de oligarquías partidistas que engañan con fraudulentas propagandas y desangran económicamente a la patria, dividiéndola en banderías indecentes.

Una monarquía foral, cuyos fueros –valga la redundancia-  respeten la diversidad de sus pueblos, toda vez que constituyan la mayor seguridad para una unidad que es tan irrenunciable como innegociable.

Y una monarquía social, antiliberal, anticapitalista, con un constante y férreo pacto entre la Corona y el pueblo que, efectivamente, vele por la justicia y las libertades concretas frente a la tiranía financiera apátrida que quiere introducirnos en una enésima Revolución en la que el marxismo cultural está más vivo que nunca.



Y en todo caso, ¿qué pinta el carlismo en el Perú?

Pues desde 1833 nos encontramos con carlistas peruanos. Pronto expondremos un artículo que fue publicado en la revista “Ahora información”, titulado “El Perú y el carlismo”, con abundante documentación. Pero adelantamos que el padre Blas de Ostolaza fue fusilado por los ¿tolerantes? liberales en España, y que Leandro Castilla (Hermano nada más y nada menos que de Ramón Castilla, quien llegó a ser el presidente de la república peruana) siguió en la causa realista y luego pasó a la Península a defender la legitimidad de Don Carlos, siendo en 1840 el último gobernador de Morella, el ejemplo vivo de la resistencia carlista al mando del general Cabrera, en el nordeste español. A lo largo del siglo XIX nos encontramos con otros personajes peruanos como destacados carlistas, así como en el carlismo ha habido chilenos, mexicanos, y una importante colectividad en Uruguay y Argentina que hasta día de hoy perdura. De hecho, a nuestros hermanos argentinos nos encomendamos para trabajar por la misma causa en nuestra América, tendiendo lazos de unidad para todos nuestros hermanos en la Hispanidad, la cual asumimos sin fisuras.



Así las cosas, comenzamos con mucha ilusión esta andadura, o mejor dicho, “recomenzamos”, tomando el testigo de la cuna imperial sudamericana a través de sus mejores ejemplos, para así posicionarnos con fuerza en este difícil presente en el que trabajar hacia un futuro mejor.

El carlismo está abierto a trabajar con todos los peruanos de buena voluntad que, amando su historia y su cultura, y valorando una política decente, se hermanen en la cruz de Borgoña y el supremo estandarte del sol.


¡Viva el Perú!

¡Viva la Hispanidad!

¡Viva Cristo Rey!






(1)”¿Qué es el carlismo?”:Qué es el Carlismo - Scribd


(2)Véase: Testamento político - Portal Avant!


(3) Contenido de la Carta a los Españoles: Foro Santo Tomás Moro - Carta de la Princesa de Beira a los ...